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LOPE DE VEGA (Madrid, 1562-1635): VIDA Y SEMBLANZAS

LOPE DE VEGA

Los múltiples y a veces turbulentos azares de la vida de Lope de Vega, fueron esencialmente sentimentales y afectivos. Detalles tan recónditos de su existir no podríamos conocerlos si el propio poeta no hubiera ido trasponiendo esos pormenores a su obra literaria. Lope sentía la necesidad de dejar testimonio de sí mismo. Es evidente que el protagonista no es -no puede ser nunca- un narrador imparcial. Sobre todos los acontecimientos pondrá el filtro de la subjetividad. Añadamos a esto que tuvo siempre sus manías y entre ellas se contó el acrecentar el número, en verdad grandísimo, de sus obras y el restar algunos de sus años. En casi todas sus obras encontraremos la vida invadida por la literatura y, como corolario, la literatura impregnada de vida.

Félix Lope de Vega Carpio nació en Madrid a finales de 1562. Hay discusión acerca de la fecha exacta. El primero de sus biógrafos, su discípulo Juan Pérez de Montalbán, señaló el 25 de noviembre, «día de San Lope, obispo de Verona», pero W. T. McCready ha apuntado que el día de San Lope es el 2 de diciembre, por lo que también se apunta esta última fecha. Sus padres fueron Félix de Vega y Francisca Fernández Flórez, naturales -al parecer- del Valle de Carriedo, en la Montaña santanderina. Félix de Vega, bordador de profesión, debió de acudir a Madrid en 1561, atraído por las posibilidades profesionales y económicas que le brindaba la recién estrenada capitalidad. Lope se jactó siempre del origen montañés que apunta en una carta a una poetisa indiana, que llama Amarilis, y que parece que es invento suyo también, y de la «nobleza» que le venía de sus antepasados. Esa hidalguía estaba más en su imaginación que en los documentos o en la consideración social. Se ha insinuado la posibilidad de que Lope fuera de origen converso. En los textos de Lope se recrea con cierta frecuencia el caso del hombre valioso cuyo ascenso se ve injustamente dificultado por su origen. No obstante, en otras obras no faltan puntazos antijudaicos, que reafirman los viejos tópicos de la comunidad cristianovieja y nos muestran que el poeta había asimilado los valores imperantes en la sociedad de su tiempo.

El que sería conocido como «Fénix de los ingenios españoles» comenzó estudiando en la escuela de Madrid que regentaba Vicente Espinel, a quien siempre trata con veneración y respeto en sus escritos. Continuó su formación en el estudio de la Compañía de Jesús, que más tarde se convertiría en Colegio Imperial. Posteriormente, parece que cursó cuatro años (1577-1581) en Alcalá de Henares, aunque sin alcanzar ningún título. Había entrado siendo muy joven al servicio del obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique. Algún estudioso ha apuntado la posibilidad de que también estudiara en la Universidad de Salamanca, pero de esto no existe más indicio que una ambigua alusión en la presentación del apócrifo Tomé de Burguillos. La inspiración salmantina y universitaria de algunas de sus obras (El bobo del colegio, El dómine Lucas...) puede y debe explicarse, mientras no dispongamos de noticias más concretas y fidedignas, por su estancia en Alba de Tormes en 1590-1595.

En junio de 1583 zarpó de Lisboa, tras alistarse en la escuadra que, al mando del marqués de Santa Cruz, tenía como objetivo reducir la resistencia que en la isla Terceira (Azores) oponía el prior de Crato, aspirante al trono portugués, a la autoridad de Felipe II. Al regreso, conoció a la primera de las numerosas mujeres que amó: Elena Osorio, Filis, hija del empresario teatral Jerónimo Velásquez, separada de su marido. En 1587, al saber que un importante personaje, Francisco Perrenot Granvela, lo desplazaba del amor de Elena, hizo circular contra ella y su familia unos poemas insultantes, por lo que fue condenado a cuatro años de destierro de Madrid y a dos del reino de Castilla. Pero el 10 de mayo de 1588 contrae matrimonio por poderes con Isabel de Alderete (Belisa) o de Urbina, hija del famoso pintor. Por esas fechas aseguró Lope que se alistó en la Gran Armada que se dirigía contra Inglaterra, luchando en el galeón San Juan, pero es dudoso; en la corta travesía, que probablemente no abandonó la costa hispano-portuguesa, escribió un poema épico al modo ariostesco: La hermosura de Angélica. En diciembre de 1588 volvió derrotada «La Invencible» y con ella debió regresar Lope, que se dirigió a Valencia, tras incumplir la condena que se le había impuesto al pasar por Toledo. Con Isabel de Urbina vivió en la capital del Turia, donde afianza su estética teatral junto a notables dramaturgos como Tárrega, Gaspar Aguilar, Guillén de Castro, Carlos Boil y Ricardo del Turia.

Tras cumplir los dos años de destierro del reino, Lope se trasladó a Toledo y allí sirvió a don Francisco de Ribera Barroso, más tarde segundo marqués de Malpica, y entró al servicio del quinto duque de Alba, don Antonio de Toledo y Beamonte. Como gentilhombre de cámara se incorporó a la corte ducal de Alba de Tormes, donde vivió entre 1592 y 1595. Allí murieron Isabel de Urbina (en otoño de 1594), al dar a luz a Teodora, y las hijas habidas en el matrimonio. Escribió por entonces su novela pastoril La Arcadia.

En diciembre de 1595 le llega el anhelado perdón y regresa a Madrid, donde es acogido calurosamente. Una nueva pasión le aguarda: Micaela Luján, Celia o Camila Lucinda en sus versos, mujer bella e inculta, también casada, con la que mantiene relaciones hasta 1608, y de la que tendrá cinco hijos, entre ellos dos de sus predilectos: Marcela (1606) y Lope Félix (1607). A partir de 1608 se pierde el rastro literario y biográfico de Micaela de Luján. Lucinda es la única de las amantes mayores del Fénix cuya separación no dejó huella en su obra. Pero en 1598 había contraído segundas nupcias, tal vez por dinero, con Juana de Guardo, hija de un rico abastecedor de carnes, vulgar y poco agraciada. Sólo en los poemas dedicados a su amado hijo Carlos Félix (el matrimonio tuvo, además, tres hijas) asoma la figura borrosa de la esposa. Durante bastantes años Lope se dividió entre los dos hogares. A pesar de tan ajetreada existencia, esta época fue pródiga en impresiones. Para entender en su justa dimensión lo que significa esta avalancha de papel impreso, debemos tener presente que en el Siglo de Oro los poetas, por timidez o despreocupación, se resistían a imprimir los frutos de su ingenio. La obra de Lope se había difundido manuscrita y a través de ediciones que el autor no había promovido ni autorizado. Espera hasta los treinta y ocho años -él, que era famoso desde los veintipocos- para resolverse a patrocinar con su nombre las ediciones.

En 1605 conoce y traba amistad con don Luis Fernández de Córdoba y de Aragón, duque de Sessa, con el que mantendrá a lo largo de toda su vida una extraña relación en la que se mezclan los papeles de secretario, confidente y alcahuete. En septiembre de 1610 Lope se traslada definitivamente a Madrid y compra la casa de la calle Francos (hoy de Cervantes), en la que vivirá el resto de sus días. En 1609 había ingresado en la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento en el oratorio de Caballero de Gracia y al año siguiente se adscribió al oratorio de la calle del Olivar. Pero no duró mucho esta experiencia plácida y sin contratiempos. Doña Juana sufre frecuentes enfermedades y en 1612 Carlos Félix, al que había dedicado poco antes Los pastores de Belén, muere de unas calenturas. El poeta escribirá una de las más bellas elegías de nuestra lengua («Éste de mis entrañas dulce fruto...»), pero poco intensa, porque Lope era demasiado vital. El 13 de agosto del año siguiente Juana de Guardo muere también, al dar a luz a Feliciana. El 24 de mayo de 1614 decide ordenarse sacerdote. La huella literaria de esta crisis y sus arrepentimientos irá a parar a las Rimas sacras, publicadas en 1614, que contienen sin disputa los más bellos sonetos sacros del Barroco. Las Rimas sacras contienen bellísimos sonetos que figuran en todas las antologías.

El recién ordenado entró enseguida en la carrera de los beneficios eclesiásticos. Por medio del duque de Sessa consiguió una «prestamera» en la diócesis de Córdoba y en 1615 solicitó una capellanía que instituyó en Ávila su antiguo protector Jerónimo Manrique. En octubre de ese mismo año acompañó a su señor en la comitiva que acudió a Irún con la infanta Ana de Austria y dio escolta de honor hasta Madrid a Isabel de Borbón, la futura esposa de Felipe IV. Poco duró la castidad del nuevo sacerdote. Además de la relación con una comedianta («La loca») durante su viaje a Valencia de 1616, Lope tiene el último gran amor de su vida en otra mujer casada, Marta de Nevares, a la que en los textos literarios llamará Amarilis y Marcia Leonarda. Cuando se conocieron, la muchacha tenía veintiséis años y el poeta rondaba los cincuenta y cuatro. Estos amores sacrílegos se divulgaron muy pronto por Madrid y no tardaron en aparecer críticas mordaces y sangrientas. Marta, que apenas alcanzaba los treinta años cuando enviudó, gozaba, a juzgar por el retrato que nos dejó Lope, de una singular belleza. Lo espiritual no iba por detrás de lo físico. Amarilis tenía verdadera afición al arte y animó a Lope a proseguir su carrera literaria e incluso a experimentar nuevos géneros que hasta entonces no había cultivado. Así nacieron las cuatro novelas italianas que, dedicadas a la señora Marcia Leonarda, aparecieron en La Filomena (1621) y La Circe (1624).

A mediados de 1620, su hijo Lope ingresaba en el ejército y en 1621, su hija Marcela, la hija de Lucinda, profesaba en las Trinitarias descalzas, lo que poetizará Lope en una carta a Francisco de Herrera Maldonado. Por las mismas fechas, quizá algo antes, Marta de Nevares pierde la vista, lo que será el prólogo de otra serie de desgracias familiares que acometerán al viejo poeta. En tanto, Lope trata de acercarse a los nuevos gobernantes. Desde 1621 reinaba Felipe IV y gobernaba don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares. A éste y a su hija dedica alguna obra, pero no consigue el favor buscado. El desaire de los poderosos irá engendrando un sentimiento de desengaño y frustración que impregnará sus obras de vejez. Parece que en 1628 Marta sufrió ataques de locura. A pesar de todo, el Fénix sigue publicando: el Laurel de Apolo (1629), El castigo sin venganza (1631), La Dorotea (1632). En este último año, el 7 de abril, muere, con poco más de 40 años, Marta de Nevares. El entierro lo pagó oficialmente Alonso Pérez, el librero amigo del poeta y padre del discípulo predilecto.

Con la muerte de Amarilis no terminaron las desdichas y las inquietudes de Lope, porque en 1634 moría su hijo Lope Félix, y su hija Antonia Clara, la que tuvo con Marta de Nevares, se fugaba de casa con Cristóbal Tenorio, lo que lamentará bellísimamente Lope en la égloga Filis. Sigue, no obstante, dando a la escena nuevas comedias, como Las bizarrías de Belisa, y, en medio de este torbellino de sucesos, tiene Lope el humor de publicar las Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, uno de los libros más encantadores y llenos de humor de la poesía española de todos los tiempos. En el prólogo, Lope asegura con gracia haber conocido a Tomé de Burguillos en Salamanca y que «parecía filósofo antiguo en el desprecio de las cosas que el mundo estima».

Lope no dejó de escribir hasta cuatro días antes de su muerte. Muchos de estos poemas de los últimos tiempos se publicaron póstumamente en La vega del Parnaso (1637). El 25 de agosto de 1635 sufrió un desmayo que le obligó a guardar cama. Dos días después, el lunes 27, moría en su casa de la calle de Francos cuando contaba setenta y tres años. El martes lo enterraron solemnemente en la iglesia de San Sebastián. Las honras fúnebres las costeó el duque de Sessa y se convirtieron en un homenaje multitudinario. El funeral acordado por el ayuntamiento de Madrid fue prohibido por el Consejo de Castilla; la vida irregular que había llevado el poeta le persiguió aun después de muerto.

Bibliografía

OBRAS SELECTAS: LA DAMABOBA; EL PERRO DEL HORTELANO; PERIBAÑEZ Y EL COMENDADOR DE OCAÑA; FUENTE OVEJUNA; EL MEJOR ALCALDE, EL REY; EL CABALLERO DE OLMEDO
La edición contiene las obras más conocidas en la amplia producción de Lope de Vega. El prólogo ha sido realizado por Miguel García-Posada, crítico literario y especialista en teatro español de los Siglos de Oro.

FUENTEOVEJUNA
Lope de Vega recoge los hechos acaecidos en esta población en 1476 (ovejas sois, bien lo dice de Fuenteovejuna el nombre). ¿Hasta dónde puede llegar un pueblo harto de la injusticia? Fuenteovejuna, basada en el levantamiento ocurrido en dicha ciudad, trasciende en el tiempo. (España 1476). Lope de Vega plasma los valores del hombre en su más profunda dimensión.

EL CABALLERO DE OLMEDO
Don Alonso, el caballero de Olmedo, se enamora de doña Inés en Medina, a cuya famosa feria ha asistido. Fabia, una celestina conocida de su criado Tello, le ayuda a hacer llegar su amor a la dama, que a su vez se ha enamorado del cabllero. Don Rodrigo también la pretende y se siente furiosamente celoso de su rival, que además ha obtenido fama y éxitos en la feria por su valor y arte en los toros. Al terminar las fiestas, el caballero se dirige al Olmedo y por el camino le avisan de que planean darle muerte. Sigue sin hacer caso y efectivamente lo mata su enemigo. Tello comunica la noticia en la casa de la amada, cuyo padre había accedido finalmente a la boda. El rey Juan II, que ha acudido a la feria, ordena el ajusticiamiento del culpable.

PERIBAÑEZ Y EL COMENDADOR DE OCAÑA
Peribañez y el Comendador de Ocaña es una de las mejores obras de Lope de Vega. Otra entrega de esta colección perfectamente anotada y editada por Donald McGrady de una de las piezas más celebradas de Lope de Vega.

LA DAMA BOBA
En La dama boba Lope de Vega usa la simplicidad para explorar el tema de amor en varios niveles. Para poder explorar este tema, simplificó los personajes utilizando sólo los imprescindibles. Se ve no habla de mujeres que no sean las hermanas y sus respectivas criadas. En cuanto a los hombres, solo incluye a los pretendientes y a un criado por cada uno. A través de cada personaje trata un aspecto diferente del amor.

EL PERRO DEL HORTELANO
Comedia de enredo que gira en torno al amor, los celos y el honor; nos presenta la lucha interior que vive la Condesa Diana entre el amor que siente hacia su secretario Teodoro y los convencionalismos sociales que le impiden contraer matrimonio con él. Pero Diana tampoco consiente que Teodoro, hombre que pertenece a una clase social inferior, se case con su enamorada, la criada Marcela. ¡Ni comer, ni dejar!. Comedia fresca y divertida, en la que todos los personajes defienden su felicidad superando prejuicios y presiones sociales, es una buena muestra del mejor teatro de Lope de Vega, como demuestra el favor del público del que desde siempre ha gozado. La edición, además de una breve presentación, cuenta con una guía de lectura, bibliografía, glosario y aparato crítico. La profesora Paula Barral se ha encargado de la edición.